MIÉRCOLES, 10 de noviembre de 2021 (HealthDay News) -- La pandemia de la COVID-19 ha ofrecido algunas lecciones sobre la transmisión de las enfermedades respiratorias, y ahora una nueva revisión sugiere que los hospitales podrían utilizar estas informaciones para crear unas políticas de control de las infecciones incluso más inteligentes.
La revisión, que se publicó en la edición del 9 de noviembre de la revista Annals of Internal Medicine, sugiere que algunas tácticas de control de las infecciones muy establecidas en los hospitales están "obsoletas".
Y ciertos cambios, como el uso de máscaras N95, quizá sean aconsejables.
Las medidas actuales de control de las infecciones se basan, en parte, en una "simplificación falsa" de la transmisión de los virus respiratorios, señaló el autor principal de la revisión, el Dr. Michael Klompas.
La enseñanza tradicional ha sido que la mayoría de los virus respiratorios, como la gripe y el resfriado común, se transmiten sobre todo mediante "gotitas" respiratorias, que son partículas relativamente pesadas que las personas despiden al exhalar. Las gotitas se caen al suelo a una distancia de más o menos un pie (alrededor de un tercio de metro), y una máscara quirúrgica las bloquea de forma efectiva.
Pero tradicionalmente a otros virus, como el sarampión y la tuberculosis, se les ha etiquetado como "transmitidos por el aire". Esto significa que se pueden transmitir entre las personas a través de unas minúsculas partículas de "aerosol", que permanecen suspendidas en el aire durante más tiempo, y estas partículas se pueden acumular en los lugares mal ventilados.
Las máscaras quirúrgicas bloquean algunas de estas minúsculas partículas, pero no a todas.
La premisa de las gotitas/aerosoles ha ayudado a orientar las políticas de los hospitales. Por ejemplo, en general las máscaras N95 se han reservado para los procedimientos que se considera que "generan aerosoles", por ejemplo insertar el tubo de un ventilador.
Pero la investigación reciente muestra que la división entre gotitas/aerosoles es dudosa, comentó Klompas, especialista en enfermedades infecciosas del Hospital Brigham and Women's, en Boston.
"La mayor parte de lo que exhalamos son aerosoles", apuntó. Y en realidad, hasta cierto punto, todos los virus respiratorios pueden ser transmitidos en esas pequeñísimas partículas aéreas.
¿De dónde salió la distinción entre las gotitas y la transmisión por aire? Se basó en observaciones sobre la proximidad. La mayoría de los virus respiratorios, entre ellos el de la gripe, en general se propagan entre las personas que tienen un contacto relativamente cercano.
Pero también hay patógenos, como el virus del sarampión, que también pueden infectar a las personas a una mayor distancia. Por ejemplo, un brote de sarampión en la década de los 1990 sucedió en un evento deportivo internacional que se celebró en un estadio con cúpula.
Las categorías de transmisión por gotitas/por aire surgió para explicar estas diferencias en la transmisión viral.
Sin embargo, aseguró Klompas, en realidad otros factores son clave, por ejemplo la ventilación. Incluso los patógenos transmitidos por el aire se "diluyen" con rapidez en un área bien ventilada, lo que reduce el riesgo de infección. En un estudio de la era de la pandemia, sobre pasajeros de tren, las personas que se sentaron al lado de alguien con una infección asintomática del SARS-CoV-2 tenían 10 veces más probabilidades de infectarse que las personas que estaban a tres asientos de distancia.
Pero una mala ventilación reduce la protección que ofrece la distancia, aclaró Klompas.
La duración a la exposición también importa, explicó, incluso en lugares razonablemente bien ventilados. En el mismo estudio sobre pasajeros de tren, los pasajeros en viajes largos tenían un riesgo más alto de infección que los que iban en viajes bastante cortos.
Además, hay diferencias entre los virus respiratorios en sí que influyen en la transmisión, y diferencias entre las personas infectadas. Por ejemplo, si tienen una "carga viral" (la cantidad de virus en el cuerpo) alta, son más contagiosas.
Para Klompas y sus colegas, todo esto significa que las políticas de control de las infecciones basadas en la premisa de gotitas/transmisión por aire ameritan una revisión. Sugieren algunos puntos específicos:
El Dr. David Henderson, del Centro de Salud Clínica de los Institutos Nacionales de la Salud de EE. UU. en Bethesda, Maryland, fue coautor de un editorial que se publicó junto con la revisión.
Afirmó que era un "gran trabajo", que resalta el punto de que no hay una dicotomía estricta entre las gotitas y el aerosol.
En cuanto a las implicaciones prácticas, es un tema más complejo, según Henderson. Señaló que las máscaras quirúrgicas, junto con la protección ocular, han funcionado "extraordinariamente bien" para la prevención de los brotes de COVID-19 entre los trabajadores de la atención de la salud de EE. UU.
Además, anotó Henderson, otras infecciones respiratorias que se pueden propagar en los hospitales básicamente han desaparecido.
Según Henderson, no está claro que las máscaras N95 tendrían un valor añadido significativo. Y serían difíciles de utilizar. "Durante un turno de ocho horas, la persona siente que se sofoca", anotó.
Esto no quiere decir que no haya cosas que mejorar. Unas nuevas opciones de máscaras que ofrezcan una mejor filtración, junto con facilidad de uso, serían una buena adición, de acuerdo con Henderson.
En este momento, dijo que una lección clave que ha aprendido de la pandemia es que "las máscaras para controlar la fuente" (es decir, ponerle una máscara a la persona infectada) "de verdad funcionan".
El editorial sugiere un método "razonable" en el futuro, una vez las infecciones respiratorias estacionales vuelvan a sus patrones normales: el uso "universal" de las máscaras en los hospitales entre otoño y primavera, cuando los virus como el de la gripe tienen una alta actividad.
Más información
La Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard ofrece consejos para frenar la propagación de la COVID-19.
Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com
FUENTES: Michael Klompas, MD, MPH, infectious disease specialist, hospital epidemiologist, Brigham and Women's Hospital, Boston; David K. Henderson, MD, Hospital Epidemiology Service, Clinical Center, U.S. National Institutes of Health, Bethesda, Md.; Annals of Internal Medicine, Nov. 9, 2021, online