MARTES, 26 de abril de 2022 (HealthDay News) -- Sigue siendo una de las imágenes más dolorosas de la pandemia: a las familias no les permitieron estar al lado de sus seres queridos mientras libraban su solitaria batalla contra la COVID en una UCI de hospital, mientras que algunas se vieron obligadas a despedirse a través de un teléfono inteligente o tableta sostenido por un enfermero compasivo que no quería que un paciente muriera solo.
Ahora, una nueva investigación sugiere que muchos de estos parientes luego desarrollaron un trastorno por estrés postraumático (TEPT).
El hallazgo se basa en entrevistas realizadas con 330 mujeres y hombres, todos con parientes que habían sido admitidos a la unidad de cuidados intensivos (UCI) como pacientes de COVID en los primeros mees de la pandemia.
Los investigadores encontraron que más de seis de cada 10 mostraban unas señales "significativas" de TEPT de tres a cuatro meses después de la admisión hospitalaria inicial de su ser querido. Y casi la mitad de ellos seguían enfrentándose al TEPT hasta seis meses después, junto con un riesgo relativamente alto tanto de ansiedad como de depresión.
Los investigadores apuntaron que en general el TEPT se observa en apenas de un 15 a un 30 por ciento de los familiares de personas admitidas a la UCI por cualquier causa.
"La prevalencia de los síntomas de TEPT en estos familiares nos pareció llamativa", dijo el autor del estudio, el Dr. Timothy Amass, profesor asistente de medicina en la división de ciencias del pulmón y medicina de atención crítica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Colorado en Aurora, Colorado.
Los familiares indicaron que gran parte de su estrés surgió de las normas de los hospitales que evitaron que estuvieran al lado de su ser querido. Amass aseguró que esto hizo surgir sentimientos de desconfianza respecto a la atención que se estaba proveyendo, y frustración cuando se les pedía que simplemente aceptaran la información médica "tal cual", sin poder visitar a la persona en la UCI.
De hecho, Amass comentó que el equipo del estudio lanzó su investigación debido a la preocupación de "que la restricción necesaria de las visitas tendría unos impactos profundos en los familiares que no pudieron estar con sus seres queridos".
Esta preocupación, anotó, se basaba en investigaciones anteriores a la pandemia, "que han indicado que mientras más implicada puede estar una familia al lado de su ser querido admitido a la UCI, mejor es, ya que esto puede reducir los síntomas de estrés de los familiares".
Todos los entrevistados tenían familiares admitidos a la UCI en algún momento entre el 1 de febrero y el 31 de julio de 2020, según el informe.
En promedio, los entrevistados tenían 51 años, y casi siete de cada 10 eran mujeres. Alrededor de la mitad eran blancos, y casi un 30 por ciento eran hispanos.
En más o menos un 40 por ciento de los casos, los entrevistados eran hijos del paciente admitido, y en alrededor de una cuarta parte de los casos, eran el cónyuge o pareja del paciente.
Todos completaron un cuestionario telefónico estándar diseñado para evaluar los síntomas del TEPT, que pueden incluir miedo, culpa, aislamiento, desconfianza, sufrimiento emocional, presión, una pérdida de control o estrés. También completaron un segundo cuestionario que buscaba precisar las señales de depresión y ansiedad.
Además de encontrar que un 63 por ciento se enfrentaban a unos síntomas significativos de TEPT varios meses después de la admisión, Amass anotó que las mujeres, los que tenían un diagnóstico psiquiátrico anterior, y los que tenían unos niveles relativamente bajos de logro académico eran más propensos a desarrollar TEPT.
Además, apuntó Amass, los investigadores encontraron que "los que se identificaron como hispanos fueron más propensos a tener más síntomas de TEPT a los tres y a los seis meses". Caracterizó ese hallazgo como "novedoso". El equipo planteó la hipótesis de que las personas de la comunidad hispana quizá estén particularmente acostumbradas a proveer cuidados a sus seres queridos enfermos, y por tanto quizá sufran más cuando esto no es posible.
En términos generales, aseguró Amass, los hallazgos resaltan lo desconcertante que puede ser la separación obligatoria para los miembros de la familia, sin importar si el motivo subyacente es la COVID-19, se relacione con la infección o se deba a obligaciones laborales, presiones de tiempo por el cuidado de los niños o el distanciamiento físico.
"La concienciación de la importancia de esta separación del paciente podría ayudar a los individuos y a la comunidad médica a ser proactivos para encontrar formas creativas de implicar a los familiares para ayudar a mitigar las dificultades de estas situaciones", sugirió.
El informe se publicó en la edición en línea del 25 de abril de la revista JAMA Internal Medicine.
Según el Dr. Jeffrey Borenstein, presidente y director ejecutivo de la Brain & Behavior Research Foundation, en la ciudad de Nueva York, "tener a un ser querido enfermo de gravedad y que requiera tratamiento en una unidad de cuidados intensivos es muy estresante".
Aunque no participó en el estudio, Borenstein se mostró de acuerdo en que "durante la pandemia, cuando tantas personas estaban muriendo de COVID, tener a un pariente en la UCI para el tratamiento fue particularmente estresante. Las normas comprensibles que limitaban las visitas aumentaban el estrés, lo que hizo que fuera incluso más traumático".
Su consejo es que "durante un periodo de mucho estrés, aproveche su sistema de apoyo (amigos y familiares) y, si es necesario, el respaldo profesional. Y si experimenta síntomas de TEPT, no sufra en silencio. Busque ayuda profesional".
Más información
Aprenda más sobre la COVID-19 y el estrés en los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU.
Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com
FUENTES: Timothy Amass, MD, ScM, assistant professor, medicine, division of pulmonary sciences and critical care medicine, University of Colorado School of Medicine, Aurora, Colo.; Jeffrey Borenstein, MD, president and CEO, Brain & Behavior Research Foundation, New York City; JAMA Internal Medicine, April 25, 2022, online