LUNES, 21 de febrero de 2022 (HealthDay News) -- Si quiere aprovechar al máximo su próxima vacuna contra la gripe o contra la COVID-19, un estudio inicial apunta a una forma sencilla: después de ponérsela, haga una caminata a paso vivo.
Los investigadores encontraron que cuando las personas hacían un ejercicio moderado durante 90 minutos justo después de cualquiera de las dos vacunaciones, sus cuerpos producían más anticuerpos para luchar contra la infección a lo largo del mes siguiente.
Los hallazgos son preliminares, enfatizó la investigadora Marian Kohut, profesora de kinesiología de la Universidad Estatal de Iowa, en Ames.
Afirmó que no está claro si la respuesta mejorada de anticuerpos se traduce en un riesgo más bajo de infección, o en una protección más duradera.
Pero los hallazgos, que se publicaron en la edición de mayo de la revista Brain, Behavior, and Immunity, amplían las evidencias de que ser físicamente activo podría mejor la respuesta del cuerpo a la vacunación.
El estudio implicó a 70 personas que fueron asignadas al azar a hacer ejercicio o no, justo tras recibir una vacuna contra la gripe o su primera dosis de la vacuna contra la COVID-19 de Pfizer.
Los que hacían ejercicio tuvieron como objetivo una intensidad moderada: caminar a paso vivo, trotar o usar una bicicleta estacionaria. Algunos de los receptores de la vacuna contra la gripe hicieron ejercicio durante 45 minutos, pero los demás lo hicieron durante 90 minutos.
Aunque 90 minutos podría parecer como sudar durante mucho tiempo, se eligió por un motivo, señaló Kohut: en trabajos anteriores, los investigadores encontraron que la cantidad de ejercicio podría producir un compuesto del sistema inmunitario conocido como interferón alfa, que ayuda a generar anticuerpos y células T que luchan contra los virus.
Los investigadores encontraron que, de hecho, los 90 minutos tienen un efecto.
Las personas que hacían ese nivel de ejercicio en general producían más anticuerpos que luchan contra la infección tras recibir la vacuna contra la gripe o la COVID, en relación con el grupo de comparación. Los que hicieron ejercicio durante solo 45 minutos no mostraron una ventaja de este tipo.
"Este hallazgo es muy interesante, con un impacto clínico potencial", apuntó el Dr. Aaron Glatt, jefe de enfermedades infecciosas de Mount Sinai South Nassau, en Oceanside, Nueva York.
Pero como Kohut, dijo que la pregunta importante es si la mejora en los anticuerpos hace una diferencia en el riesgo de infección o no.
Como mínimo, hacer ejercicio justo después de la vacunación no hizo ningún daño, anotó Glatt, que no participó en el estudio. Las personas en los grupos de ejercicio no reportaron ningún efecto secundario adicional por la vacuna.
Los participantes del estudio no eran particularmente atléticos, y más o menos la mitad tenían sobrepeso o eran obesos, indicó Kohut. Pero todos habían hecho actividad con regularidad antes de participar en el ensayo, es decir, realizaban un ejercicio entre moderado y vigoroso al menos dos veces por semana.
Kohut dijo que no recomendaría una sesión de 90 minutos de actividad tras la vacunación a nadie que sea sedentario.
"Los hallazgos no me sorprenden para nada", aseguró el Dr. Robert Sallis, médico de medicina de familia y deportiva del Centro Médico Kaiser Permanente, en Fontana, California.
Esto se debe a que muchos estudios ya han vinculado la actividad física con un riesgo más bajo de una COVID-19 grave. Sallis dirigió uno de esos estudios, que dieron seguimiento a 50,000 pacientes de Kaiser Permanente.
Encontró que ser sedentario era uno de los principales factores de riesgo de una COVID-19 grave, y que solo una edad más avanzada y un historial de trasplante de órgano tenían un impacto más fuerte.
En promedio, las personas inactivas tenían el doble de probabilidades de ser hospitalizadas o fallecer de COVID-19, en comparación con las personas que hacían la cantidad recomendada de ejercicio antes de la pandemia. (Esto significaba 150 minutos de ejercicio de moderado a vigoroso por semana).
Unos niveles más bajos de ejercicio también se vincularon con un riesgo más bajo de una COVID-19 grave, apuntó Sallis, incluso tras tomar en cuenta otros factores de riesgo, como las afecciones de salud crónicas, la obesidad y fumar.
Sallis considera al ejercicio como una herramienta vital para protegernos de una variedad de enfermedades, entre ellas la COVID-19 grave. "Es gratuito, y está fácilmente disponible para todos", planteó.
Pero no es un sustituto de la vacuna contra la COVID-19, enfatizaron los expertos.
"La vacuna es el arma más potente con la que contamos", subrayó Sallis. Según los nuevos hallazgos, el ejercicio "podría hacer que funcione incluso mejor".
¿A qué podría deberse? En un experimento con ratones de laboratorio, el equipo de Kohut encontró que el interferón alfa podría tener un rol: en los ratones en que se bloqueó la producción del interferón alfa, el ejercicio no mejoró la respuesta de anticuerpos a la vacunación.
Pero, dijo Kohut, es probable que el efecto del ejercicio tenga múltiples motivos.
Los investigadores continúan siguiendo la respuesta de anticuerpos a más largo plazo de los participantes. También desean evaluar los efectos de 60 minutos de ejercicio, que podrían ser más factibles para muchas personas.
Kohut planteó que otra pregunta es si el ejercicio puede tener efectos similares después de que las personas reciban una dosis de refuerzo contra la COVID, dado que el sistema inmunitario ya se ha expuesto a dos dosis de la vacuna.
Más información
La Asociación Americana del Corazón (American Heart Association) ofrece consejos sobre la actividad física.
Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com
FUENTES: Marian Kohut, PhD, professor, kinesiology, Iowa State University, Ames; Aaron Glatt, MD, chief, infectious diseases, Mount Sinai South Nassau, Oceanside, N.Y., and professor, medicine, Icahn School of Medicine at Mount Sinai, New York City; Robert Sallis, MD, family and sports medicine physician, Kaiser Permanente Medical Center, Fontana, Calif.; Brain, Behavior, and Immunity, May 2022, online