La COVID prolongada puede dificultar que se haga ejercicio, y la investigación revela por qué

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MIÉRCOLES, 31 de mayo de 2023 (HealthDay News) -- La falta de energía para hacer ejercicio es un problema común entre las personas que sufren de lo que se conoce como COVID prolongada.

Una nueva investigación apunta al motivo más probable: una disminución en la capacidad para lograr que el corazón bombee con la rapidez suficiente para respaldar el esfuerzo. Esto se conoce como incompetencia cronotrópica.

"La cantidad de ejercicio aeróbico que un individuo puede realizar está limitada en gran medida por la llegada de oxígeno al corazón, los pulmones, la sangre, y su uso en los músculos", anotó el primer autor del estudio, el Dr. Matthew Durstenfeld, cardiólogo y profesor asistente de medicina de la Universidad de California, en San Francisco.

"Si su corazón no puede bombear tan rápido, no puede hacer tanto ejercicio", aclaró Durstenfeld.

La incompetencia cronotrópica no era el único motivo de que las personas con COVID prolongada tuvieran una capacidad de ejercicio más baja de lo previsto en el nuevo estudio, "pero fue sorprendentemente común entre las personas con COVID prolongada", añadió.

Algunas personas infectadas con la COVID-19 pueden desarrollar una amplia variedad de problemas de salud continuos. Estas afecciones pueden durar semanas, meses o años, y se han bautizado como COVID prolongada.

Los investigadores utilizaron pruebas de biomarcadores, y encontraron biomarcadores inflamatorios en un momento temprano entre los pacientes con COVID prolongada.

También descubrieron que todos los pacientes que se enfrentaban a una reducción en la capacidad para hacer ejercicio también experimentaban una reactivación de una infección anterior con el virus de Epstein-Barr (VEB). El Epstein-Barr se vincula con la mononucleosis y la esclerosis múltiple.

"La reactivación del VEB es común tras una infección con el SARS-CoV-2, en general", anotó Durstenfeld, "de forma que es difícil saber si se trata de un hallazgo casual o de una pista significativa de nuestro estudio".

En este estudio, los investigadores observaron a 60 adultos que habían tenido COVID-19, y los evaluaron unos 18 meses tras la infección inicial. La edad promedio fue de 53 años. Los participantes se sometieron a IRM y a pruebas de ejercicio aeróbico, junto con una monitorización del ritmo cardiaco, mientras usaban bicicletas estacionarias. También extrajeron muestras de sangre.

Las pruebas de ejercicio revelaron que casi la mitad de los que tenían síntomas sufrían de una capacidad de ejercicio marcadamente reducida, frente a un 16 por ciento de los que no tenían síntomas.

Los hallazgos sugieren que la incompetencia cronotrópica, que es no lograr alcanzar un 80 por ciento de la frecuencia cardiaca máxima prevista al hacer ejercicio, contribuye a las limitaciones para el ejercicio en la COVID prolongada, apuntó Durstenfeld.

La reducción promedio en la capacidad fue equivalente a alrededor de unos 10 años. "Una mujer de 40 años solo puede hacer la misma cantidad de ejercicio que una de 50 años", anotó Durstenfeld.

Dicho en otras palabras, la misma persona que antes de la COVID podría haber jugado dobles de tenis ahora solo podría jugar al golf con un carrito, explicó.

¿Qué explica el vínculo entre la COVID prolongada y la incompetencia cronotrópica?

Durstenfeld dijo que todavía no hay una respuesta clara, pero sugirió que "quizá tenga algo que ver con la inflamación o el sistema nervioso autónomo".

Por ahora, los pacientes con COVID prolongada a quienes les resulte difícil hacer ejercicio, en particular los que tienen una COVID prolongada grave, quizá necesiten regular su actividad con la orientación de un experto en rehabilitación, si es posible, planteó Durstenfeld.

"Mi esperanza es que se descubran tratamientos para la COVID prolongada que ayuden a las personas a recuperar la capacidad de ejercicio perdida", anotó Durstenfeld. "Pero todavía no tenemos ningún tratamiento comprobado".

La Dra. Leslie Rydberg es médica tratante de Shirley Ryan AbilityLab, en Chicago.

Rydberg, que no participó en el estudio, sugirió que "la mejor forma de ayudar a las personas con COVID prolongada a aumentar la capacidad de ser activas es averiguar cuáles actividades o ejercicios pueden hacer sin exacerbar sus síntomas, e incluirlos en su rutina diaria".

"Entonces, pueden aumentar, de forma muy lenta y gradual, la cantidad de tiempo durante la cual realizan esa actividad", añadió, al mismo tiempo que advirtió que los pacientes deben reducir los niveles de actividad si y cuando los síntomas aumentan.

Los hallazgos se publicaron en una edición reciente de la revista Journal of Infectious Diseases.

Más información

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU. ofrecen más información sobre la COVID prolongada.

Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com

FUENTES: Matthew Durstenfeld, MD, MAS, assistant professor, medicine, University of California, San Francisco, and cardiologist and physician-scientist clinical researcher, Zuckerberg San Francisco General Hospital; Leslie Rydberg, MD, attending physician, Shirley Ryan AbilityLab, Chicago; Journal of Infectious Diseases, May 11, 2023

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