VIERNES, 2 de junio de 2023 (HealthDay News) -- La miopía no tiene cura, pero unas gotas para los ojos medicadas pueden ralentizar su progresión en los niños, encuentra un nuevo ensayo.
El estudio evaluó los efectos de unas gotas para los ojos que contienen una dosis muy baja del medicamento atropina, el mismo medicamento que se usa para dilatar las pupilas durante un examen ocular.
Los investigadores encontraron que cuando los niños con miopía usaban las gotas todos los días durante tres años, su visión empeoraba con una mayor lentitud, y era más probable que se estabilizara, en comparación con los niños que utilizaron unas gotas de placebo.
Esto no significa que las gotas reviertan los problemas de la visión ni que libren a los niños de las gafas, enfatizaron los expertos.
"El punto real de esto es el plazo más largo", señaló la investigadora principal, Karla Zadnik, decana del Colegio de Optometría de la Universidad Estatal de Ohio, en Columbus.
Explicó que la miopía surge cuando, en algún momento de la niñez, el globo ocular "se alarga demasiado", y su forma se vuelve más ovalada que redonda. Esto altera la forma en que la luz llega a la retina, el tejido sensible a la luz en la parte posterior del ojo, y convierte a la visión de lejos en "un gran caos", explicó Zadnik.
Las gafas o los lentes de contacto pueden clarificar ese caos, pero en general la miopía subyacente sigue progresando al menos hasta mediados de la adolescencia.
Esto es importante, aseguró Zadnik, porque una miopía más grave puede conducir a problemas en la adultez en algunas personas. El globo ocular alargado puede aumentar el riesgo de afecciones como el desprendimiento de la retina, el glaucoma y las cataratas.
No se sabe si, en última instancia, la atropina puede o no ayudar a prevenir estas afecciones, dijo Zadnik, dado que esto conllevaría un estudio muy largo.
"Lo único que podemos decir es lo que sucede en tres años", aclaró.
La atropina es un fármaco con muchos usos, entre ellos el diagnóstico y el tratamiento de varias afecciones del ojo. Es probable que la mayoría de las personas estén familiarizadas con el uso de las gotas de atropina, para dilatar las pupilas durante los exámenes oculares de rutina.
La dosis usada para la miopía de los niños es mucho más baja, apuntó Zadnik. Se piensa que funciona al ralentizar el alargamiento del globo ocular.
El nuevo estudio, que se publicó en la edición en línea del 1 de junio de la revista JAMA Ophthalmology, no es el primero que muestra que la atropina en dosis baja podría ralentizar la progresión de la miopía en los niños. Varios ensayos más pequeños y de más corta duración lo han sugerido.
De hecho, los oftalmólogos con frecuencia ya recetan la atropina en dosis baja "fuera de etiqueta" para gestionar la miopía de los niños, observó Zadnik.
Pero, añadió Zadnik, estas formulaciones en dosis baja en general son fabricadas en farmacias de preparados magistrales, y podían contener conservantes que pueden provocar efectos secundarios como resequedad ocular o irritación de la córnea.
El producto que se utilizó en el ensayo está siendo desarrollado por Vyluma Inc., que anunció el año pasado que planificaba buscar la aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de EE. UU.
En el estudio, el equipo de Zadnik reclutó a 576 niños miopes que tenían, en promedio, 9 años. Asignaron al azar a 411 a usar una de dos dosis de gotas para los ojos de atropina, y a 165 a utilizar unas gotas de placebo.
Tras tres años, un 28.5 por ciento de los niños asignados a la dosis más baja de atropina (un 0.01 por ciento de atropina) se consideraron como "respondedores". Esto significa que tuvieron un cambio mínimo en la visión. En esencia, apuntó Zadnik, no necesitaron un cambio en su receta.
En comparación, la tasa de respuesta fue de un 17 por ciento en el grupo del placebo. Entre los niños en el grupo de atropina de dosis más alta (de un 0.02 por ciento), un 22 por ciento fueron respondedores, una cifra que no fue distinta, en términos estadísticos, del grupo del placebo.
Zadnik comentó que los niños que no fueron respondedores del todo de cualquier forma experimentaron beneficios. La progresión de la miopía fue más lenta, en promedio, entre los niños que recibieron la dosis de atropina de un 0.01 por ciento, en comparación con el placebo.
Los hallazgos dejan algunas preguntas abiertas: ¿Cuándo pueden los niños dejar de usar atropina, y qué sucede cuando la dejan?
"Ahora mismo, no contamos con datos que nos orienten respecto a en qué momento parar", apuntó la Dra. Rudrani Banik, oftalmóloga del Hospital del Ojo y el Oído Mount Sinai, en la ciudad de Nueva York.
Aseguró que los oftalmólogos que recetan las gotas fuera de etiqueta en general confían en una monitorización de la visión de los niños. Si hay una progresión de la miopía después de que un niño deja de usar atropina, usualmente recomiendan que comience a usarla de nuevo.
Banik, que no participó en el ensayo, dijo que respalda a las gotas de atropina en dosis baja como una opción.
"Es relativamente simple: una sola dosis a la hora de irse a la cama", indicó. Pero, añadió Banik, algunos niños tienen efectos secundarios, como sensibilidad a la luz o picazón y lagrimeo en los ojos.
También está el tema del costo. Las formulaciones compuestas actuales pueden costar entre 55 y 100 dólares al mes, apuntó Banik, y en general el seguro no las cubre.
Si se aprueba el producto de Vyluma, no está claro cuánto costará, pero, anotó Banik, las aseguradoras quizá lo cubran.
También apuntó a otra táctica potencial: pasar tiempo al aire libre. Los estudios sugieren que los niños que pasan más tiempo al aire libre tienen una progresión más lenta de la miopía. No se sabe si se debe a la luz natural, a que pasan menos tiempo con los dispositivos, o a alguna combinación de factores.
"Pero el tiempo al aire libre es magnífico para los niños, por muchos motivos", añadió Banik. "Los padres deben pensar en si sus hijos pasan suficiente tiempo en exteriores".
Más información
La Academia Americana de Pediatría (American Academy of Pediatrics) ofrece más información sobre la miopía.
Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com
FUENTES: Karla Zadnik, OD, PhD, professor, optometry and physiological optics, dean, School of Optometry, Ohio State University, Columbus; Rudrani Banik, MD, ophthalmologist, New York Eye and Ear Infirmary of Mount Sinai, and associate professor, ophthalmology, Icahn School of Medicine at Mount Sinai, New York City; JAMA Ophthalmology, June 1, 2023, online