En la medida que aumenta la presión de los pares, también lo hace la capacidad del cerebro para oponerse a ella

Investigadores informan que las conexiones cerebrales de los adolescentes se multiplican ante los comportamientos de riesgo

MIÉRCOLES, 9 de marzo (HealthDay News/HolaDoctor) -- Al mismo tiempo que aumenta la presión de los pares en la adolescencia temprana, el cerebro de los niños también desarrolla una capacidad que ayuda a combatir las tentaciones de los comportamientos de riesgo, según plantea una investigación novedosa.

Durante un periodo de tres años, investigadores de Oregón y California estudiaron a 24 chicas y 14 chicos de diversos orígenes para conocer las conexiones cerebrales durante la adolescencia, y encontraron los cambios más significativos en una región asociada con el procesamiento de la recompensa.

Los niños se sometieron a resonancia magnéticas funcionales dos veces, a los 10 y 13 años, para medir los cambios del flujo sanguíneo en el cerebro mientras se les mostraban fotografías de rostros con expresiones emocionales neutrales, de enojo, de miedo, felicidad y tristeza. También completaron cuestionarios para evaluar su propia susceptibilidad a las influencias de los pares y a comportamientos delictivos o de riesgo.

Durante el período de estudio, aumentó la actividad en una región del cerebro conocida como estriado ventral que se correlacionó con un aumento en la capacidad informada por los propios niños para eludir la presión de los compañeros, señaló la autora del estudio Jennifer Pfeifer, profesora asistente de psicología en la Universidad de Oregón y directora de su Laboratorio de Neurociencia del Desarrollo Social. Agregó que la adolescencia temprana es un periodo clave ya que se ha demostrado que la influencia de los pares es mayor a finales de la escuela primaria y a principios de la escuela intermedia.

"Para que tenga aplicaciones clínicas, necesitamos comprender qué se está desarrollando de manera formativa a fin de identificar las cosas que son atípicas", apuntó Pfeifer. "Necesitamos saber qué es lo que cambia y cuándo".

El estudio aparece en la edición en línea del 10 de marzo de Neuron.

Richard Gallagher, profesor asociado de psiquiatría adolescente e infantil de la Universidad de Nueva York, dijo que le preocupa que los resultados del estudio pueden estar sesgados, ya que dos tercios de los participantes eran chicas.

"Sé que las niñas y las mujeres prestan más atención a las emociones que los chicos, y se implican mucho menos en los comportamientos de riesgo", explicó Gallagher. "Esto significa que debemos ser cautos con la forma en que interpretamos los resultados".

Un hallazgo sorprendente fue que la región del cerebro conocida como la amígdala, que regula las reacciones emocionales, mostró cambios significativos sólo ante los rostros tristes que se presentaron a los niños en el periodo de tres años. Esta respuesta podría relacionarse con la aparición de la depresión adolescente, sobre todo en las niñas, de acuerdo con los investigadores.

"Sabemos que la incidencia de depresión aumenta de manera significativa en la adolescencia", apuntó la Dra. Monica Michell, psiquiatra y ex jefa de psiquiatría infantil y adolescente del Hospital Lenox Hill en la ciudad de Nueva York. "Sin embargo, no sabemos, por qué ocurre en esta etapa".

No obstante, Michell advirtió que en el estudio, la información que proporcionaron los niños podía diferir de manera significativa de las percepciones de otros sobre su comportamiento.

"Desconozco si coincide con la información que ofrecieron los padres sobre su entorno", apuntó Michell. "Como médico, prestaría más atención a la forma en que pueden procesar las emociones y hablar sobre ello de manera más matizada".

"Me alegra de que alguien esté haciendo este maravilloso trabajo", agregó. "Pero es un estudio más, que sólo se añade al cuerpo de conocimientos que hay ahí fuera".

Gallagher destacó que este concepto se debería estudiar por un periodo más largo de tiempo, quizá a principios de la edad adulta, y debe incluir un número similar de niños de ambos sexos.

"Incluso cuando tienen 13 años, los niños no son tan independientes de sus padres", apuntó Gallagher. "Todavía están en una etapa de su vida en la que los padres están al tanto de lo que hacen y de sus actividades. Sería interesante ver, cuando los padres estén menos involucrados, dónde las influencias del entorno anulan esta madurez cerebral".

Pfeifer apuntó que la investigación sobre las conexiones del cerebro humano y su influencia sobre el comportamiento es cada vez más común.

"Creo que hay un mayor interés en este campo y que las personas ven a la neurociencia como un proveedor de biomarcadores para llegar a mejores objetivos de tratamiento", señaló. "Es muy importante para sentar la base de los tratamientos clínicos".

Más información

La Sociedad para la Neurociencia tiene más información sobre la conexión entre cerebro y comportamiento.


Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor

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