LUNES, 13 de septiembre de 2021 (HealthDay News) -- La prevención de la ansiedad quizá esté a apenas un sendero nevado de distancia.
Una investigación sugiere que los esquiadores de fondo (y quizá también otras personas que hagan ejercicio de forma rigurosa) son menos propensos a desarrollar trastornos de ansiedad que las personas menos activas.
Unos investigadores de Suecia pasaron unas dos décadas registrando el riesgo de ansiedad entre más de 395,000 suecos. Casi la mitad de los participantes eran esquiadores con un historial de competencias en carreras de esquí de fondo de larga distancia. Los demás eran personas que no esquiaban de edades similares, que se consideró que eran menos activas.
"Encontramos que el grupo con un estilo de vida con mayor actividad física tenía un riesgo casi un 60 por ciento más bajo de desarrollar trastornos de ansiedad", anotó la autora principal del estudio, Martina Svensson, investigadora asociada del Laboratorio Experimental de Neuroinflamación de la Universidad de Lund.
Los trastornos de ansiedad son comunes, anotaron Svensson y sus colaboradores. Alrededor de 1 de cada 10 personas está en riesgo, y las mujeres tienen en general el doble de vulnerabilidad que los hombres.
Para explorar si la actividad física podría proteger de alguna forma de la ansiedad, el equipo se concentró en hombres y mujeres que habían participado en la carrera de esquí de Vasaloppet en algún momento entre 1989 y 2010.
El evento sueco anual se considera como una de las carreras de esquí de fondo de larga distancia más grandes del mundo, y cubre distancias de entre 19 y 56 millas (de 30.5 a 90 kilómetros). Alrededor de la mitad de los participantes del estudio habían realizado la carrera, y la otra mitad no.
En la edición del 10 de septiembre de la revista Frontiers in Psychiatry, los investigadores apuntan que el grupo de esquí (con una edad promedio de 36 años) tenía unos hábitos alimenticios más saludables, fumaban menos, participaban en más ejercicio en el tiempo libre, y tenían un mayor nivel educativo, en comparación con la población sueca general.
Se dio seguimiento a los participantes del estudio durante un promedio de 10 años, y durante este periodo poco menos de 1,650 participantes desarrollaron alguna forma de trastorno de ansiedad.
En ambos sexos, se observó un riesgo significativamente más bajo entre los esquiadores. Pero Svensson enfatizó que aunque el hallazgo ilustró un vínculo entre la actividad y un riesgo más bajo de ansiedad, no probó causalidad.
Al indagar con una mayor profundidad, los investigadores identificaron una notable brecha entre los sexos. Tras analizar los tiempos de acabado de la carrera, los esquiadores se dividieron en tres grupos según su rendimiento: los que tuvieron el tiempo más rápido, los que tuvieron el segundo tiempo más rápido, y los que tuvieron el tercer tiempo más rápido.
Tras analizar los tres grupos según el sexo, el equipo encontró que entre los hombres, el riesgo de ansiedad siguió siendo igual de bajo (y más bajo que el de los que no esquiaban) independientemente de la velocidad a la que esquiaban. Pero entre las mujeres no sucedió lo mismo.
"Nos sorprendió ver que las mujeres con un rendimiento físico alto tenían casi el doble de riesgo de desarrollar ansiedad, en comparación con las mujeres con el rendimiento más bajo", reconoció Svensson.
Enfatizó que, aun así, "el riesgo total de desarrollar ansiedad entre estas mujeres con un rendimiento alto siguió siendo más bajo, en comparación con las mujeres más físicamente inactivas en la población general. Parece que ambos sexos se benefician de la actividad física, aunque el nivel óptimo podría ser distinto entre hombres y mujeres".
Svensson apuntó que su estudio no analizó las causas subyacentes potenciales de las diferencias sexuales. Los investigadores tampoco estudiaron con precisión por qué el ejercicio podría reducir la ansiedad. Ambas cosas necesitan más estudio, planteó.
Aun así, Svensson apuntó a "la capacidad de la actividad física de implicar a la mente y ofrecer distracción de otros pensamientos, potencialmente ansiosos". Y anotó que "el ejercicio también podría sintonizar al sistema de estrés del cuerpo para que afronte mejor las situaciones estresantes".
James Maddux, profesor emérito de psicología de la Universidad George Mason (GMU) en Fairfax, Virginia, expresó poca sorpresa ante los hallazgos.
"Hay una cantidad considerable de investigación que indica que el ejercicio de casi cualquier tipo, incluso una caminata de 10 minutos, puede ayudar a las personas a gestionar la ansiedad", comentó Maddux, que también es el experto sénior del Centro para el Avance del Bienestar de la GMU.
"Muchos terapeutas cognitivos conductuales, de hecho, 'recetan' el ejercicio como un componente importante de sus intervenciones para los clientes que afrontan ansiedad o depresión, o ambas cosas", apuntó.
En cuanto al motivo, Maddux se hizo eco de los puntos que planteó Svensson, y añadió que la investigación ha encontrado que hacer ejercicio puede conducir a un sentido de logro y a una mayor autoconfianza, que pueden resultar en una ansiedad más baja.
"Creo que todo el que afronte ansiedad, estrés o depresión debe pensar en serio en utilizar el ejercicio regular como estrategia para gestionar mejor sus emociones", aconsejó Maddux. "Apunto a que esto no se basa solo en los hallazgos de este estudio en particular, sino en la investigación cumulativa sobre el tema. No hay que inscribirse en el gimnasio ni comenzar a hacer esquí de fondo. Simplemente comience a caminar unos minutos cada día".
Más información
Aprenda más sobre el ejercicio y la salud mental en la Asociación Americana de Psicología (American Psychological Association).
Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com
FUENTES: Martina Svensson, PhD, associate researcher, Experimental Neuroinflammation Laboratory, Lund University, Lund, Sweden; James Maddux, PhD, professor emeritus, department of psychology, and senior scholar, Center for the Advancement of Well-Being, George Mason University, Fairfax, Va.; Frontiers in Psychiatry, Sept. 10, 2021