MARTES, 12 de abril de 2022 (HealthDay News) -- La psilocibina, el componente activo de los "hongos mágicos", podría ayudar a reprogramar al cerebro de las personas con depresión.
Unos psicodélicos que incluyen a la psilocibina se han mostrado promisorios para tratar muchos trastornos de la salud mental en los últimos años, y un nuevo estudio está entre los primeros que comienza a desentrañar la forma precisa en que funcionan.
"La flexibilidad y la apertura del cerebro aumentan tras una sesión de hongos mágicos, lo que permite a las regiones cerebrales comunicarse entre sí con una mayor libertad, y la mayoría de estos cambios se correlacionan con mejoras en los síntomas de depresión", señaló el autor del estudio, Robin Carhart-Harris, director de la división de psicodélicos Neuroscape de la Universidad de California, en San Francisco.
En el estudio, los investigadores analizaron IRM funcionales de los cerebros de 59 personas que participaron en dos ensayos sobre la psilocibina. Los escáneres cerebrales se tomaron antes de la terapia con psilocibina y un día o tres semanas después.
En un estudio, todos los participantes tenían una depresión resistente al tratamiento, y sabían que les iban a administrar psilocibina. En el segundo estudio, los participantes tenían unas formas más leves de depresión, y recibieron psilocibina o un antidepresivo convencional. Todos los participantes de los estudios también acudieron a un terapeuta.
Los estudios encontraron que la psilocibina mejoró la forma en que las subredes del cerebro se comunicaban entre sí, y esto se correspondió con mejoras autorreportadas en los síntomas de depresión. Los efectos duraron al menos tres semanas, apuntó Carhart-Harris.
Los escáneres de las personas que recibieron un antidepresivo no mostraron cambios similares en la conectividad cerebral, lo que sugiere que la psilocibina funciona de una forma distinta que los antidepresivos convencionales, apuntó.
Si unos estudios de mayor tamaño replican estos hallazgos, la psilocibina podría convertirse en un tratamiento establecido en los próximos cinco años, sugirió Carhart-Harris.
En 2023, Oregón se convertirá en el primer estado con un programa de terapia psicodélica. Las compañías farmacéuticas y varias organizaciones sin fines de lucro también están estudiando los psicodélicos, entre ellos la psilocibina, para las afecciones psiquiátricas, con la esperanza de lograr que la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de EE. UU. apruebe un tratamiento.
"También estamos viendo cambios en las políticas a nivel de las ciudades, en que ciertas ciudades están descriminalizando la posesión de hongos mágicos y drogas relacionadas", apuntó Carhart-Harris.
Las cosas están cambiando, concurrió el Dr. Charles Grob, profesor de psiquiatría del Instituto Semel de Neurociencias y Conducta Humana de la Universidad de California, en Los Ángeles.
"En una época, estas drogas estaban marginadas y se consideraban como un tabú, y ahora son un tema de gran interés y actividad, con financiación tanto privada como gubernamental", comentó Grob, que no está relacionado con el estudio.
"Son unos resultados preliminares alentadores, que sin duda hay que replicar con un mayor número de pacientes, pero ahora mismo la psilocibina parece bastante promisoria para la depresión", observó.
Tanto Grob como Carhart-Harris concurrieron en que la terapia con psilocibina no es algo que se deba probar en casa.
"Este tipo de tratamiento comienza con psicoterapia y con desarrollar la confianza y una relación terapéutica que preceden a la sesión con hongos en un ambiente controlado", aclaró Carhart-Harris.
Durante una sesión con psilocibina, quizá escuche música relajante y cierre los ojos mientras un profesional de la salud mental lo guía.
"Las personas experimentan emociones y revelaciones fuertes, y de verdad se abren emocionalmente", dijo Carhart-Harris. "Es extremadamente catártico".
No se sabe el número exacto de sesiones que es necesario para experimentar beneficios, pero es probable que sea más de una.
"Todavía no sabemos cuánto duran los cambios en la actividad cerebral que se observan en la terapia con psilocibina, y debemos investigar más para comprenderlo", planteó Carhart-Harris. "Sí sabemos que algunas personas tienen una recaída, y que quizá después de un tiempo el cerebro vuelve a los patrones rígidos de actividad que vemos en la depresión".
Ahora, Carhart-Harris y sus colaboradores están buscando formas de mejorar la experiencia y el ambiente de la terapia psicodélica para hacerla más segura y efectiva.
Según Grob, la terapia no carece de riesgos.
"Hay una desventaja que se amplifica cuando no es establecen la actitud y el entorno óptimos", advirtió. "Si un individuo vulnerable toma estos compuestos bajo condiciones que no son óptimas, puede ocurrir cualquier cosa".
Manoj Doss, investigador postdoctoral del Centro Johns Hopkins de Investigación en Psicodélicos y Conciencia, en Baltimore, ofreció una visión similar.
"Puede inducir psicosis en algunas personas, y debemos tener mucho cuidado sobre los tipos de personas que deberían tomar estas drogas", apuntó Doss, que no participó en el nuevo estudio.
Doss y sus colaboradores publicaron hace poco un estudio que resaltaba algunas de las formas en que la psilocibina afecta al cerebro.
"Los psicodélicos y la psilocibina podrían ser otro tratamiento disponible para la depresión, pero quizá no sean mucho mejor que las terapias disponibles, y tal vez solo sean efectivos para ciertas personas", planteó. "Todavía estamos en una etapa temprana".
El nuevo estudio se publicó en la edición del 11 de abril de la revista Nature Medicine.
Más información
El Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de EE. UU. ofrece más información sobre la psilocibina y otros psicodélicos.
Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com
FUENTES: Robin Carhart-Harris, PhD, director, Neuroscape psychedelics division, University of California, San Francisco; Charles Grob, MD, professor, psychiatry and behavioral sciences, Semel Institute for Neuroscience and Human Behavior, University of California, Los Angeles; Manoj Doss, PhD, postdoctoral research fellow, Johns Hopkins Center for Psychedelic and Consciousness Research, Baltimore; Nature Medicine, April 11, 2022