LUNES 5 de febrero (HealthDay News/HispaniCare) -- Si su niño no se ejercita lo suficiente, no le eche la culpa a la tele. Una nueva investigación sugiere que la cantidad de tiempo que los niños pasan frente a la televisión no guarda relación con sus niveles de actividad física.
El hallazgo, que aparece en la edición de febrero de Pediatrics, contradice la popular teoría de la adicción a la tele (adoptada por muchos programas de prevención de la obesidad) que señala que mientras más tiempo dedican los niños a la televisión o a los videojuegos, menos tiempo destinan a los deportes o al ejercicio.
"Los cambios en los patrones de ver televisión no predicen necesariamente los cambios en la actividad física (aumentos o descensos) así que no podemos asumir simplemente que si reducimos el tiempo de los niños frente al televisor, esta medida se traducirá de manera automática en un mayor nivel de actividad física", señaló la autora principal del estudio, la Dra. Elsie M. Taveras, profesora asistente de pediatría en el departamento de atención ambulatoria y prevención de la Facultad de medicina de Harvard.
Taveras y sus colegas examinaron los hábitos televisivos y de ejercicios de casi 6,400 niñas y 4,500 niños de todo Estados Unidos, que tenían entre 10 y 15 años al momento del inicio del estudio de cuatro años en 1997.
Todos los niños eran hijos de enfermeras que habían participado en un estudio anterior, y la gran mayoría estaba compuesta por blancos no hispanos.
Los niños completaron cuatro cuestionarios escritos durante el periodo del estudio, en los que informaban sobre el número de horas que pasaban viendo la televisión, así como la cantidad de tiempo que dedicaban a hacer ejercicios aparte de las clases de educación física de la escuela.
Ver televisión incluía en general mirar todo tipo de videos y jugar videojuegos. En términos de ejercicio, se incluyeron actividades moderadas como el béisbol, montar en bicicleta, montar en monopatín, caminar, gimnasia y jugar al voleibol, así como otras actividades que los autores del estudio consideraban más extenuantes, tales como el baloncesto, jockey, patinaje, natación, fútbol, tenis, fútbol americano y karate.
Los autores hallaron que por cada hora adicional que un niño pasaba frente al televisor, su participación en otras actividades moderadas o vigorosas aumentaba en tan sólo 0.03 horas a la semana. Los investigadores concluyeron que los cambios en los patrones de ver televisión de año a año no parecieron estar relacionados de manera sustancial con los cambios en los hábitos de ejercicio.
Esta falta de asociación se mantuvo según el sexo y la edad, sin diferencias aparentes entre los niños y niñas de 10 a 12 años y los de 13 a 15.
Los investigadores recomendaron que los programas de salud pública diseñados para abordar la obesidad en los adolescentes deben considerar el tiempo frente al televisor y el ejercicio como dos actividades independientes que tienen motivaciones distintas.
Pero el Dr. Jess Shatkin, psiquiatra infantil y de adolescentes, y director de educación y capacitación del Centro de estudio infantil de la Universidad de Nueva York, señaló que cualquier conclusión con relación a la conexión entre ver televisión y hacer ejercicio se complica por factores socioeconómicos
"Desde una perspectiva de salud pública, una gran parte se reduce a lo que la persona se pueda costear", apuntó. "Este estudio no lo aborda directamente, pero es posible que el tiempo frente al televisor no esté conectado en sí mismo con los hábitos de ejercicio; es decir que el hecho de que un niño resida en un área insegura podría hacer que permanezca más tiempo dentro de la casa, que no haga ejercicio y vea más tele de forma que los padres puedan mantener la vigilancia.
"Y", agregó Shatkin, "la actividad física se ha vuelto menos prioritaria en nuestras escuelas públicas debido a varias razones. Así que si un niño no tiene la suerte de vivir cerca de un bonito parque, y los padres no pueden pagar los $300 que cuesta una clase de T-ball, es probable que ese niño haga menos ejercicio aunque vea o no la televisión".
Taveras reconoció ese punto, notando que los niños del estudio procedían de familias con niveles de ingresos más altos que el promedio, en los que al menos uno de los padres, la madre, tenía educación y estaba empleada como profesional de la salud.
"Así que [Shatkin] está absolutamente en lo cierto," destacó. "Nuestros hallazgos son muy válidos para el grupo que analizamos, pero tal vez no sean generalizables. No se pueden extrapolar a un niño que viva en un barrio marginado, donde es posible que sus padres no tengan dinero para reemplazar la gimnasia por la tele".
Taveras señaló que sus planes de investigación futura abarcan el examen de la relación entre la televisión y los hábitos de ejercicio entre familias de ingresos más bajos, así como en niños preadolescentes, para ver si los hallazgos se mantienen en una escala más amplia.
En un estudio relacionado, investigadores hallaron que los adolescentes que pasaban mucho tiempo viendo televisión eran más propensos a tener mayor presión sanguínea, independientemente de que tuvieran sobrepeso o no.
"Esta es la primea investigación en mostrar una conexión directa e independiente entre el tiempo frente a la televisión y una presión sanguínea más alta entre adolescentes", aseguró el autor principal, el Dr. Nicolas Stettler, pediatra especialista en nutrición en el Hospital infantil de Filadelfia.
El estudio, en el que participaron 4,500 adolescentes, halló que las actividades sedentarias y un mayor índice de masa corporal (una razón del peso con relación a la altura) estaban asociados con una mayor presión sanguínea diastólica. Los hallazgos aparecerán en la edición de febrero del Journal of Adolescent Health.
Más información
Para más información sobre el ejercicio y la salud, visite los National Institutes of Health.