MIÉRCOLES, 8 de enero de 2020 (HealthDay News) -- Los miembros de gimnasios a quienes se les han olvidado accidentalmente sus audífonos en casa están muy familiarizados con la frustración: hacer ejercicio sin música es mucho más difícil.
Y una nueva y amplia revisión de casi 140 estudios (la primera de su tipo) sugiere que la ciencia lo respalda. Hay evidencias claras de que la música no solo hace que el ejercicio parezca más fácil y agradable, sino que en realidad resulta en un ejercicio más productivo y eficiente.
"A nadie le debería sorprender que la música ayude a las personas a sentirse más positivas durante el ejercicio... [pero] el hecho de que la música proveyera un impulso significativo al rendimiento sorprendería a algunas personas", señaló el autor principal, Peter Terry, decano de investigación e innovación en los postgrados de la Universidad del Sur de Queensland, en Australia. "Y el hecho de que se mostrara que la música mejora la eficiencia fisiológica sin duda resultaría sorprendente".
Terry y su equipo revisaron estudios que se realizaron incluso ya en 1911, y tan recientes como de 2017. Colectivamente, incluyeron a casi 3,600 personas.
El foco se restringió a estudios que exploraran el impacto de la música en actividades relacionadas con el deporte o en rutinas de ejercicio. Entonces, aunque se incluyó caminar como un ejercicio, la jardinería y el hogar no se incluyeron. Tampoco las experiencias basadas en la música, como la danza, la gimnasia y el patinaje sobre hielo.
El impacto de la música se evaluó mediante la forma en que hacía que una persona se sintiera durante el ejercicio, la forma en que afectaba las percepciones de la dificultad del ejercicio, y su impacto tanto en el uso de oxígeno como en la frecuencia cardiaca.
El equipo también exploró cómo la música afectaba la capacidad de una persona de mantener o maximizar el rendimiento, por ejemplo al ayudarla potencialmente a levantar más peso, o a correr más rápido o durante más tiempo.
Al final, Terry y sus colaboradores concluyeron que la música tenía un impacto beneficioso pequeño pero notable en casi todas las medidas.
La música, anotaron, mejoró significativamente el sentimiento positivo que las personas tenían mientras hacían ejercicio o deportes. También hizo que completar las tareas físicas pareciera menos difícil, al mismo tiempo que mejoró el consumo de oxígeno.
Eso significa que, al final, la música mejoró el rendimiento físico, porque las personas pudieron completar la misma actividad con menos consumo de oxígeno que sin la música.
"Quizá por eso la música se ha descrito como una droga legal para mejorar el rendimiento", señaló Terry.
La única incógnita fue el impacto de la música en la frecuencia cardiaca.
"La música afectó a la frecuencia cardiaca, pero fue muy difícil discernir si el aumento en la frecuencia cardiaca era o no un beneficio", dijo Terry.
Una frecuencia cardiaca más baja para completar la misma cantidad de trabajo sería un beneficio en una actividad de tipo de resistencia, mientras que una frecuencia cardiaca alta tendería a ser una ventaja en los eventos de potencia, explicó. En otras palabras, el compás, las letras, el ritmo o el volumen pueden reducir o aumentar la frecuencia cardiaca... que eso sea bueno o malo depende de la situación.
Pero una música más rápida (de 120 tiempos por minuto o más) en general ofrecía unos mayores beneficios que un compás de lento a moderado. Y hacer ejercicio al mismo ritmo que la música produjo unos beneficios ligeramente mayores, dijo Terry.
Observó que la conclusión es bastante sencilla: "encienda la música y muévase".
Ese consejo tiene sentido para James Maddux, un profesor retirado de psicología clínica de la Universidad de George Mason en Fairfax, Virginia, que revisó los hallazgos.
"Los autores ofrecen algunas buenas ideas al respecto: que la música puede hacer que el ejercicio sea más agradable porque mejora nuestro estado de ánimo; que la música puede distraernos de las sensaciones desagradables de fatiga; que la música, incluso cuando no se está haciendo ejercicio, puede conducir a un aumento en el flujo sanguíneo, lo que puede llevar a un aumento en el suministro de oxígeno, lo que puede aumentar la resistencia muscular", comentó Maddux.
"[Y] que correr al ritmo de la música provee un ritmo que puede ayudar a regular los patrones de paso y fomentar un movimiento más fluido", añadió.
Maddux dijo que esas observaciones concuerdan con sus propias experiencias al juntar la música con el ejercicio.
"Y por supuesto, eso depende del individuo y del ejercicio específico", dijo Maddux.
Los hallazgos se publicaron en una edición reciente en línea de la revista Psychological Bulletin.
Más información
Para más información sobre la música y el ejercicio, visite el Centro Nacional de Investigación en Salud.
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