MIÉRCOLES, 30 de marzo de 2022 (HealthDay News) -- Varios pacientes "enclaustrados" con esclerosis lateral amiotrófica (ELA) pueden ahora utilizar una computadora portátil con sus ondas cerebrales, gracias a un implante en una vena principal dentro del cráneo.
El implante, un dilatador (stent) con 16 minúsculos electrodos, se ubica en una vena localizada cerca de la corteza motora de pacientes completamente paralizados, explicaron los autores de un nuevo estudio sobre el procedimiento.
"Este dispositivo detecta la actividad eléctrica que ocurre en la corteza motora cuando alguien piensa en mover sus extremidades", comentó el coinvestigador Douglas Weber, profesor de ingeniería mecánica y neurociencias de la Universidad Carnegie Mellon, en Pittsburgh. "Entonces, estas señales de movimiento se transmiten a un dispositivo externo en donde se descodifican como señales de comandos que se envían a una computadora, proveyendo así un vínculo de comunicación directa con el cerebro".
Con el implante, los pacientes pueden enviar correos electrónicos y mensajes de texto, navegar en internet, comprar en línea o gestionar sus finanzas personales, anotó Weber.
"Este dispositivo parece ofrecer un buen respaldo para muchas actividades de la vida cotidiana", aseguró.
Esta no es la primera iniciativa que utiliza implantes cerebrales para ayudar a las personas paralizadas a usar computadoras u otros dispositivos electrónicos.
Por ejemplo, un estudio publicado la semana pasada detalló el caso de un paciente alemán con ELA que estaba enclaustrado que recuperó la capacidad de comunicarse a través de dos microchips que se implantaron en su cerebro. Ese trabajo se publicó en la revista Nature Communications.
Pero este es el primer intento de colocar un implante de este tipo sin extirpar una parte del cráneo para acceder al cerebro, aclararon los investigadores.
En vez de esto, cuatro pacientes con la enfermedad neurodegenerativa llamada ELA (también conocida como enfermedad de Lou Gehrig) recibieron su implante a través de un catéter que se guio hasta una de las venas principales que sacan sangre del cerebro, apuntó Weber.
El catéter lleva el implante hasta una parte de la vena que está cerca del cerebro. El implante entonces se abre y recubre las paredes de la vena, de manera muy parecida a un dilatador normal que da soporte a las paredes de un vaso sanguíneo estrecho o débil en los pacientes de ataque cardiaco.
Una vez está en su sitio, el implante detecta las señales de la corteza motora, y las envía a un descodificador electrónico implantado en el pecho de la persona, apuntó Weber.
El descodificador analiza las señales nerviosas cuando las personas piensan en ciertos movimientos (por ejemplo, mover el pie o extender la rodilla) y traduce esos pensamientos en la navegación en una computadora.
En combinación con la tecnología de rastreo ocular, esos pensamientos sobre el movimiento permitieron a los pacientes manejar una computadora portátil, dijo Weber. Uno de los pacientes lo hacía tan bien que podía controlar una computadora de forma independiente, sin un rastreador ocular.
Los hallazgos preliminares se presentaron el martes, como adelanto de la reunión anual de la Academia Americana de Neurología (American Academy of Neurology, AAN), que se celebrará en Seattle del 2 al 7 de abril. Ese tipo de investigación se debe considerar preliminar hasta que se publique en una revista revisada por profesionales.
La Dra. Natalia Rost, presidenta del Comité de Ciencias de la AAN, alabó la "polinización cruzada" de la neurociencia y la ingeniería en el estudio, y anotó que este tipo de iniciativa "a veces ofrece los resultados más emocionantes".
El punto de este estudio en pequeña escala fue sobre todo mostrar que el implante no planteaba riesgos de seguridad para los pacientes.
"Obviamente, como médica de accidentes cerebrovasculares, me importa mucho la seguridad de estos dispositivos", comentó Rost, jefa de la división de accidentes cerebrovasculares (ACV) del Hospital General de Massachusetts, en Boston. "A los médicos de ACV les provoca cierto miedo primordial insertar un dispositivo" en una vena craneal principal.
En el nuevo estudio, los investigadores monitorizaron a los participantes durante un año, y encontraron que el dispositivo permaneció en su sitio en los cuatro pacientes, y que no entorpeció el flujo sanguíneo.
"El dispositivo se integra bien en las paredes del vaso sanguíneo con el tiempo", aseguró Weber. "Sin duda, tras la implantación el dispositivo se expone al torrente sanguíneo, pero una vez se encapsula e integra del todo en la pared del vaso sanguíneo, pienso que los riesgos de trombosis [coagulación] se reducen con el tiempo".
Como no ha habido señales de coágulos ni de bloqueos en las venas de los pacientes iniciales, el equipo de la investigación ha seguido reclutando a más personas para un ensayo de mayor tamaño sobre el implante, señaló Weber.
Los investigadores planifican ampliar el ensayo para incluir a pacientes con una parálisis grave por motivos aparte de la ELA, dijo Weber, e incluirán potencialmente a víctimas de ACV graves o a personas con una lesión de la médula espinal.
"Todas estas personas podrían beneficiarse de una comunicación asistida y de funciones de comunicación digitales que esta tecnología respalde", añadió Weber.
Más información
Los Institutos Nacionales de la Salud de EE. UU. ofrecen más información sobre la ELA.
Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com
FUENTES: Douglas Weber, PhD, professor, mechanical engineering and neuroscience, Carnegie Mellon University, Pittsburgh, Pa.; Natalia Rost, MD, chief, stroke division, Massachusetts General Hospital; presentation, March 29, 2022, American Academy of Neurology annual meeting, Seattle