La ciencia toma nota de los que no tienen oído musical

Aparecen los primeros enlaces entre la actividad cerebral y la incapacidad para determinar el tono

VIERNES 9 de septiembre (HealthDay News/HispaniCare) -- Sintonizarse con los patrones de actividad cerebral le permitió a los investigadores identificar finalmente parte de lo que anda mal en los cerebros de quienes no tienen oído para la música.

Según un estudio publicado en la edición más reciente de Annals of Neurology, las personas con amusia, como se le llama científicamente a la falta de oído, presentan actividad anormal en el lado derecho del cerebro.

"Este estudio es único porque sugiere que existe un mecanismo cerebral que podría explicar por qué los adultos que tienen amusia congénita perciben los tonos de manera distinta a los sujetos de control", aseguró Julene K. Johnson, profesora asistente de neurología del Centro para la memoria y el envejecimiento de la Universidad de California en San Francisco.

Aunque no participó en la investigación, Johnson considera que el hallazgo "podría ayudar a guiar estudios posteriores para determinar en qué parte del cerebro se ubican las anormalidades y cómo podrían beneficiarse los individuos que tienen amusia congénita de la rehabilitación a edad temprana (como sucede con la dislexia)".

Según los resultados del estudio, realizado por investigadores en Canadá y Finlandia, cerca del cuatro por ciento de la gente sufre de amusia congénita, es decir, falta de oído musical desde el nacimiento. Por eso, no pueden disfrutar la música como lo hace el resto de la gente.

Debido a que la amusia está relacionada con trastornos del habla y de la lectura, como la dislexia, los expertos aseguran que los hallazgos podrían tener implicaciones, no sólo para la falta de oído, sino para el aprendizaje del habla.

"Es totalmente posible que si una persona tiene una discapacidad en la estructura neural y por eso no puede procesar los matices del tono, no sólo podría tener dificultad para percibir los tonos y con la apreciación musical sino que también podría tener dificultades par distinguir entre las vocales, lo cual se relaciona entonces con la lectura, explicó Roy Sullivan, músico y fonoaudiólogo del Centro médico Mercy de Rockville Center, Nueva York.

Su esposa, Carol Sullivan, es patóloga del lenguaje en Garden City, Nueva York. Ella agregó que "tener la capacidad para discernir los contornos auditivos del habla ayuda al oyente a extraer el sentido de la misma. La capacidad para interpretar el sentido del mensaje puede afectar muy negativamente las relaciones a lo largo de la vida de una persona".

Para el estudio canadiense/finlandés, los investigadores, bajo la dirección de Isabelle Peretz de la Universidad de Montreal, evaluaron la manera como las neuronas de distintas regiones del cerebro respondían a los tonos mediante un electroencefalograma (EEG).

Ocho individuos que no tienen oído musical y 10 sujetos de control similares escucharon a secuencias de tonos distintos, todos de 100 milisegundos de duración, ejecutados cada uno en un tono particular. A los participantes se les pidió que presionaran un botón que decía "sí" cuando detectaran un cambio y "no" si no lo percibían. También se les pidió que parpadearan al final de cada secuencia de tonos.

Las personas que no tenían oído para la música tenían dificultad para distinguir ligeros cambios en el tono, aunque no los más notorios. Las personas con amusia también mostraron actividad cerebral anormal en el hemisferio derecho del cerebro.

"El estudio también sugiere que la corteza auditiva primaria está intacta cuando hay amusia congénita y que la dificultad para percibir el tono podría aparecer posteriormente en el procesamiento auditivo (fuera de la corteza auditiva primaria", agregó Johnson.

Todas esta información podría ayudar a diagnosticar y tratar problemas de la audición, el habla y la lectura.

"Esta ciencia regresará a las escuelas", aseguró Carol Sullivan. "Por primera vez, los estudios del funcionamiento neurológico del cerebro nos están dando mucha más información sobre las diferencias entre los estudiantes y sobre cómo aprenden y cómo escuchan. Las IRM funcionales nos están ayudando a construir una base de datos muy completa sobre las funciones cerebrales durante la lectura.

Estos datos abren más caminos hacia opciones terapéuticas potenciales y hacia maneras en las que terapias distintas pueden afectar realmente el cerebro, puntualizó.

Más información

Para más información sobre la dislexia, visite la International Dyslexia Association.


Artículo por HealthDay, traducido por HispaniCare

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