MARTES, 30 de agosto de 2022 (HealthDay News) -- La forma más común de acoso no son actos físicos, como empujar o patear, ni amenazas verbales o insultos. Con una gran diferencia, la principal táctica de los acosadores es la exclusión social.
También conocida como "agresión relacional", implica apartar a los pares de las actividades grupales y propagar rumores falsos sobre ellos. Y la investigación subraya el daño que esta conducta provoca.
"Cuando un niño es excluido de las actividades sociales por sus pares en la escuela, los resultados para ese niño, tanto a corto como a largo plazo, serán igual de nocivos que si lo hubieran pateado, golpeado o abofeteado cada día", aseguró el investigador Chad Rose, de la Universidad de Missouri, en Columbia. "Este estudio ilumina la exclusión social a la que los jóvenes con frecuencia se enfrentan".
Rose es director del Laboratorio de Prevención del Acoso Mizzou Ed, que busca reducir el acoso escolar.
En un estudio que se publicó en una edición reciente de la revista Preventing School Failure: Alternative Education for Children and Youth, Rose y sus colegas analizaron una encuesta llevada a cabo en 26 escuelas intermedias y secundarias de cinco distritos escolares de la parte sureste de Estados Unidos. Se preguntó a más de 14,000 estudiantes si estaban o no de acuerdo con unas afirmaciones que reflejaban actitudes de apoyo al acoso, la popularidad percibida y la agresión relacional.
Entre las afirmaciones se encontraban:
Los resultados fueron reveladores.
"Los niños que se percibían a sí mismos como socialmente dominantes o populares respaldaban las actitudes de apoyo al acoso, pero no percibían que ellos mismos se implicaban en la agresión relacional", señaló Rose sobre los hallazgos. "Había otro grupo que no se percibían a sí mismos como socialmente dominantes o populares, pero que respaldaban a las actitudes de apoyo al acoso, y participaban en la agresión relacional".
Entonces, dijo, los del primer grupo pensaban que el acoso era adecuado, pero no consideraban que participaran en el acoso, aunque en realidad excluían a otros. El grupo que admitió que excluía a los demás quizá lo haya estado haciendo con el fin de escalar en la jerarquía social.
Un tercer grupo de encuestados, conocidos como no agresores o testigos, reportaron unos niveles bajos de agresión relacional además de niveles bajos de actitudes de apoyo al acoso.
"Lo interesante de los testigos es que con frecuencia perpetúan el acoso, es decir, que sirven como refuerzo social y están cerca cuando sucede", comentó Rose en un comunicado de prensa de la universidad.
"Enseñamos la famosa frase 'si ves algo, di algo', pero en la práctica, es difícil para los niños intervenir y evaluar el conflicto con rapidez... es difícil incluso para los adultos. Si vemos a dos niños en un pleito físico, sentimos la obligación de pararlo. Pero cuando vemos que los niños son excluidos por sus pares, los adultos quizá no siempre lo consideren como igual de nocivo, y esa es la parte aterradora", añadió.
"Cuando los niños están en la escuela, la semejanza con frecuencia se celebra, pero cuando los niños crecen y se convierten en adultos, la individualidad es lo que nos hace destacarnos y sobresalir en nuestros trabajos y en la vida", dijo Rose. "Algunos de los mensajes que enviamos como adultos en nuestras escuelas, familias y vecindarios deberían incluir a la individualidad".
Incluir las habilidades de comunicación social en el currículo diario de los estudiantes es otra sugerencia que los maestros pueden comenzar a usar de inmediato, según Rose.
"Además de establecer objetivos académicos para los proyectos grupales, los maestros pueden monitorizar qué tan buenos son los estudiantes respecto a acoger la perspectiva de las ideas de los demás a través de unas conversaciones positivas y alentadoras", planteó. "Los maestros deben ofrecer elogios específicos cuando observan una conducta respetuosa e incluyente en acción, porque enseñar y reforzar esas habilidades es igual de importante que las lecciones de matemáticas, ciencias e historia".
Los niños quizá sean más propensos a actuar con agresividad si no les enseñan cómo pueden expresar sus pensamientos, deseos y necesidades de forma efectiva, añadió Rose. No todos los niños tienen que ser amigos, pero es importante tratar a todo el mundo con respeto.
"El acoso ni comienza ni acaba con el timbre de la escuela, es un problema de la comunidad", señaló Rose. "Pienso que, como adultos, debemos ser más conscientes de lo que estamos enseñando a nuestros hijos, en términos de la forma en que interactuamos socialmente, ya que las escuelas son un reflejo de nuestras comunidades".
Más información
El Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE. UU. ofrece más información sobre el acoso.
Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com
FUENTE: University of Missouri-Columbia, news release, Aug. 26, 2022