JUEVES, 13 de enero de 2022 (HealthDay News) -- Aunque la COVID-19 ha acabado con las vidas de muchos niños y ha provocado una enfermedad grave en muchos más, en general se está de acuerdo con que es mucho menos probable que el virus provoque un daño grave en los jóvenes.
Pero unos nuevos datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU. han revelado una tendencia preocupante: la tasas de hospitalizaciones vinculadas con la COVID-19 en los niños menores de 5 años aumentó de forma sustancial la semana pasada, mientras que la misma tasa se mantuvo relativamente estable en los niños de 5 a 17 años.
Las cifras más recientes han planteado preocupaciones de que los miembros más jóvenes de la sociedad quizá sean más vulnerables a la variante ómicron que sus pares de más edad. Los niños afectados, de 4 o menos años, están en un grupo de edad que todavía no es elegible para las vacunas contra el coronavirus.
Aunque el conocimiento de los científicos sobre la ómicron todavía está en evolución, los expertos señalan que un aumento en las hospitalizaciones pediátricas no indica que la ómicron sea más peligrosa para los niños pequeños de lo que eran las demás variantes.
En general, el informe de los CDC reveló que el número récord de infecciones en las semanas recientes ha provocado un aumento en las hospitalizaciones.
Pero entre los niños, el grupo de menos de 5 años experimentó el aumento más notable.
En la semana del 26 de diciembre al 1 de enero, los datos de los CDC mostraron que más de 5 de cada 100,000 niños hospitalizados que tenían de 0 a 4 años estaban infectados con la COVID-19, lo que equivale casi el doble que la tasa que se reportó a principios de diciembre, antes de que la variante ómicron comenzará a ser la dominante. En los niños mayores, de 5 a 17 años, la tasa fue significativamente más baja, de 1.4 por cada 100,000, más acorde con las semanas anteriores.
A lo largo de la pandemia, los niños solo han conformado un pequeño subconjunto de las admisiones al hospital, y las tasas de hospitalización de todos los demás grupos de edad siguen siendo mucho más altas que las observadas en los niños.
Aun así, el aumento en las admisiones pediátricas al hospital es preocupante. Pero según el Dr. Richard Malley, especialista en enfermedades infecciosas pediátricas del Hospital Pediátrico de Boston, los números no son particularmente sorprendentes. Malley dijo que el aumento en las hospitalizaciones es una consecuencia predecible de los conteos de casos sin precedentes.
"Si el riesgo de contraer el virus ha aumentado, aunque los niños en general sean menos susceptibles a las consecuencias graves de esta infección, ese pequeño número de niños que normalmente habrían sido hospitalizados debido a la infección con la COVID aumenta", explicó.
La directora de los CDC, la Dra. Rochelle Walensky, enfatizó que las tasas de hospitalización pueden verse distorsionadas por los casos "incidentales", lo que empeora la incertidumbre. Señaló que los datos de los CDC incluyen a niños que tuvieron un resultado positivo de la COVID-19, pero que quizá estuvieran en el hospital por otros motivos. "Muchos niños están hospitalizados con COVID, en lugar de debido a la COVID", aclaró Walensky en diciembre.
Algunos estados clasifican las cifras hospitalarias
"Los hospitales han logrado hacer un gran trabajo al realizar pruebas a todas las personas admitidas", explicó Malley. "Entonces, ahora, las personas están siendo hospitalizadas por un motivo, y entonces resultan positivas en una prueba, y esto se reporta como un niño hospitalizado con COVID, aunque el motivo de la hospitalización pudiera ser, por ejemplo, un hueso roto".
Algunos estados, entre ellos Massachusetts y Nueva York, están corrigiendo este problema, al implantar un sistema que diferencia entre los casos incidentales y las hospitalizaciones reales debidas a la COVID. Pero, en este momento, no está claro qué proporción de las hospitalizaciones son incidentales.
Otro factor a tomar en cuenta es que los niños pequeños que buscan tratamiento en el hospital no siempre están enfermos de gravedad.
El Dr. Santhosh Nadipuram, especialista en enfermedades infecciosas pediátricas del Centro de Salud Pediátrica Maxine Dunitz de Cedars-Sinai, en Los Ángeles, explicó que los hospitales aceptan a los niños pequeños aunque sus síntomas no sean particularmente alarmantes. Lo más frecuente es que estos niños necesiten atención de respaldo, por ejemplo oxígeno, hidratación y la monitorización de un equipo de profesionales mientras luchan contra la infección.
Cuando ocurren infecciones graves en los niños, tienden a darse en los que tienen afecciones subyacentes, como la obesidad, la prediabetes, los problemas cardiacos y el asma. Según Nadipuram, entre los síntomas que deberían hacer que los padres lleven a sus hijos pequeños al hospital se encuentran las dificultades para respirar, la respiración acelerada, la deshidratación y una irritabilidad o fatiga extremas.
Lamentablemente, "los síntomas son en realidad muy genéricos, y se presentan en otras infecciones respiratorias virales", aclaró.
Mayormente, los pacientes jóvenes que buscan atención para la COVID-19 en los hospitales no están enfermos de gravedad, según Malley.
"Aunque no se debe minimizar lo aterrador y preocupante que podría ser que se hospitalice a un niño con COVID, en general, estos niños no están afectados de gravedad. La mayoría no están enfermos de gravedad como los adultos que atendemos con COVID-19", apuntó.
Pero los médicos están atentos al síndrome inflamatorio multisistémico en los niños (SIM-N), una rara afección que desarrollan algunos niños unas semanas tras infectarse con la COVID-19.
La Dra. Allison Messina, especialista en enfermedades infecciosas pediátricas del Hospital All Children de Johns Hopkins en St. Petersburg, Florida, dijo que en las próximas semanas podría haber un aumento en los casos de SIM-N.
"Todavía no hemos visto mucho SIM-N, pero estoy esperando a ver qué sucede en el próximo mes, porque quizá observemos un aumento", advirtió Messina.
Quizá sea menos probable que la ómicron provoque problemas a largo plazo
Pero hay ciertas esperanzas de que haya menos probabilidades de que la ómicron provoque efectos a largo plazo o retardados, incluso SIM-N, que las otras variantes de la COVID-19.
En esta etapa temprana de la ola de ómicron, los expertos todavía están aprendiendo sobre sus mecanismos exclusivos y cómo podría afectar o no a los pacientes de una forma distinta Pero se están acumulando evidencias de que esta cepa particular de la COVID-19 concentra su ataque en la nariz y la garganta. Otras variantes, como la delta, en general eran más adeptas a bajar al tracto respiratorio inferior, y a provocar estragos en los pulmones.
En las variantes anteriores de la COVID-19, la cronología de una infección grave con frecuencia se alarga, y los problemas en general comienzan una vez el virus llega a los pulmones, explicó Nadipuram.
"Los síntomas graves en el primer par de olas eran más bien retardados, es decir, que la persona contraía la COVID y entonces la intubaban un tiempo, sobre todo las personas con un riesgo de verdad muy alto, las de a partir de 70 años", comentó. "Luego había una reacción inflamatoria, y se desplomaban, y esas eran las personas que atendíamos en nuestras unidades de cuidados intensivos".
Nadipuram apuntó que parece que la ómicron tiene una cronología más corta. "Ahora mismo, parece actuar mucho más como una enfermedad muy aguda, muy a corto plazo, en que la contrae, y de 12 a 24 horas después hay síntomas".
Las señales de que una infección con la ómicron está empeorando tienden a materializarse de forma más rápida y obvia. Con la ómicron, "es como si los pacientes eligieran una trayectoria", dijo Nadipuram. "Si tienen un riesgo bajo y les va bien, entran en convalecencia, es decir, mejoran. Y si son pacientes con un riesgo alto, enferman durante el periodo agudo".
A partir de las evidencias disponibles y lo que ha observado en el hospital, Nadipuram cree que es menos probable que la ómicron sorprenda a los médicos con efectos a largo plazo y reacciones retardadas, entre ellas el SIM-N.
"No nos estamos preocupando por esos efectos secundarios a largo plazo que sucedían dos, tres, cuatro semanas más tarde, en que nuestros pacientes desarrollaban unas horribles enfermedades inflamatorias, entre ellas esta entidad del SIM-N que nos preocupaba en los niños", apuntó. "No lo estamos viendo por ningún lado, porque esta cepa en particular de verdad parece actuar aquí y ahora".
Aun así, solo el tiempo dirá qué se puede prever de la variante ómicron. Incluso si resulta menos peligrosa que las cepas anteriores, el gran número de infecciones resultará en muchas lesiones y pérdidas, lamentó Malley. "Este no es el mensaje correcto que debemos enviar, que este virus no es tan malo, y que por tanto no pasa nada si se abandonan algunas de las medidas de precaución", añadió.
Por ahora, los niños menores de 5 años seguirán siendo vulnerables, sobre todo mientras se espera la aprobación de las vacunas para este grupo de edad. Es poco probable que haya una vacuna pronto, porque los ensayos clínicos todavía se están realizando.
Mientras tanto, Walensky señaló que la clave para proteger a los niños que son demasiado pequeños para vacunarse contra la COVID es asegurar que todas las personas que les rodean estén vacunadas y hayan recibido el refuerzo.
"Por favor, por nuestros niños más pequeños, que todavía no son elegibles para la vacunación, es críticamente importante que los rodeemos con personas que estén vacunadas para proveerles protección", imploró el viernes durante una conferencia de prensa sobre el tema.
Más información
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU. ofrece más información sobre la COVID-19 en los niños.
Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com
FUENTES: Richard Malley, MD, pediatric infectious diseases, Boston Children’s Hospital, and professor, pediatrics, Harvard Medical School, Boston; Santhosh Nadipuram, MD, pediatric infectious diseases, Cedars-Sinai Maxine Dunitz Children's Health Center, Los Angeles; Allison Messina, MD, chief, pediatric infectious diseases, Johns Hopkins All Children's Hospital, St. Petersburg, Fla.; U.S. Centers for Disease Control and Prevention, COVID Data Tracker Weekly Review, Jan. 7, 2022