La enfermedad cardiaca es un factor de riesgo para el Alzheimer

Un estudio halla que los pacientes tratados por problemas vasculares tenían una mejor cognición
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DOMINGO 10 de junio (HealthDay News/HispaniCare) -- Existe más evidencia de que los problemas cardiovasculares pueden conducir a la enfermedad de Alzheimer, según los científicos, y que tratar el corazón podría ayudar a proteger el cerebro.

Los hallazgos "ofrecen la esperanza de que las intervenciones con fármacos bien conocidos puedan interferir con el avance de la enfermedad", aseguró Yan Deschaintre, investigador principal, neurólogo y becario de investigación del Hospital Regional Universitario de Lille, Francia.

De hecho, el deterioro cognitivo, medido según una prueba estándar, se mantuvo en el punto más bajo del rango moderado durante más de 36 meses para los pacientes que recibieron tratamientos para enfermedades neurológicas y problemas cardiovasculares, reportaron los investigadores.

Por el contrario, los pacientes de Alzheimer que tenían problemas vasculares pero que no recibieron estos medicamentos experimentaron declives en la cognición que alcanzaron el nivel más grave, halló el equipo de Deschaintre.

Los hallazgos tenían previsto su presentación para el domingo durante la Conferencia internacional sobre prevención de la demencia de la Alzheimer's Association en Washington, D.C.

De acuerdo con el National Institute on Aging, cerca de 4.5 millones de estadounidenses tienen la enfermedad de Alzheimer. Las tasas crecieron de forma sostenida con la edad y los expertos estiman que "cerca de la mitad de los que tienen 85 años o más podrían tener la enfermedad". Un estudio reciente de la Organización Mundial de la salud, publicado esta semana, advierte que el Alzheimer, que actualmente no tiene cura, podría afectar a unos 100 millones de personas en todo el mundo para el 2050.

El nuevo estudio se basó en la revisión del historial clínico de 891 pacientes franceses a los que se les había diagnosticado Alzheimer, enfermedad cardiovascular más Alzheimer o demencia vascular. Los factores de riesgo cognitivos que se incluyeron en el estudio fueron la hipertensión, la diabetes, la hipercolesterolemia, la enfermedad aterosclerótica y el tabaquismo.

El tratamiento se definió como recibir un medicamento antihipertensivo, insulina o fármacos para reducir la glucemia, una estatina para reducir los niveles de colesterol o anticoagulantes. Los pacientes de Alzheimer reciben por lo general medicamentos que buscan aliviar temporalmente sus síntomas, como Aricept, Exelon o Reminyl.

Los hallazgos de Deschaintre constituyen un "trabajo bastante emocionante", porque "podemos hacer algo" respecto a los factores de riesgo cardiovascular, dijo el Dr. Sam Gandy, director del Centro de enfermedades neurodegenerativas de la Universidad de Emory. Gandy también es presidente del Consejo asesor medicocientífico de la Alzheimer's Association.

El trabajo realizado por el equipo de Deschaintre concuerda "con lo que hemos escuchado en los últimos tres a cinco años" respecto a que los factores de riesgo cardiovascular aumentan el riesgo de Alzheimer, apuntó Gandy. Este estudio" en realidad lo concreta al analizar el otro lado de la moneda y determinar que tratar los factores de riesgo cardiovascular retrasa el avance del deterioro cognitivo", agregó.

Sugirió que los médicos ya empiezan a tomar en serio los factores de riesgo vascular a media que tratan los pacientes de Alzheimer. Los factores de riesgo vascular para los pacientes de Alzheimer en fase inicial "deberían tratarse sin lugar a dudas" puesto que "parecen retrasar su avance", aseguró Gandy.

Otro experto estuvo de acuerdo.

Los resultados de la Lille "refuerzan las directrices de tratamiento para estas afecciones vasculares, como la hipertensión y la diabetes, y recalca que los pacientes dementes y de Alzheimer también deberían recibir tratamiento", dijo Hugh C. Hendrie, profesor de psiquiatría de la Facultad de medicina de la Universidad de Indiana y científico del Centro para la investigación sobre el envejecimiento.

Sin embargo, Deschaintre y Hendrie anotaron que los médicos podrían no tratar algunas veces los factores de riesgo cardiovascular de los pacientes de Alzheimer por varias razones. Por ejemplo, la enfermedad de Alzheimer a menudo hace que los pacientes se vuelvan apáticos, así que podrían no informar a sus médicos sobre sus síntomas vasculares, señaló Hendrie.

Además, Deschaintre anotó que, en la clínica donde se llevó a cabo la investigación, fue más probable que los pacientes de Alzheimer fueran tratados por factores de riesgo cardiovascular que otros pacientes. Lo contrario también fue cierto, fue más probable que los pacientes de demencia vascular fueran tratados por factores de riesgo cardiaco, pero no por Alzheimer.

Aún así, "como la mayoría de los pacientes tiene Alzheimer y enfermedad cerebrovascular, y como los pacientes de Alzheimer parecen beneficiarse del tratamiento de los factores de riesgo vascular, el mensaje es tratar ambas afecciones en lugar de sólo centrarse en una", dijo.

Sin embargo, Hendrie se mantiene cauto acerca del efecto científico del estudio de Deschaintre. Apuntó que los resultados de un estudio clínico epidemiológico, como la investigación de la Lille, no son tan concluyentes o convincentes como los de ensayos clínicos controlados y aleatorios.

Otros dos estudios que se esperaba que fueran presentados en la conferencia sobre el Alzheimer el domingo también recalcaron el papel de la conexión entre el cerebro y el cuerpo en el deterioro cognitivo y la demencia.

La pérdida de peso podría ser una señal de la aparición del Alzheimer y la velocidad con que ocurra podría advertir de manera oportuna acerca de la gravedad de la demencia, de acuerdo con una nueva revisión de los datos de un estudio llamado Nun's Study. Ese esfuerzo hizo seguimiento a los resultados de salud de un grupo de 537 monjas católicas, entre 75 y 102 años de edad que no tenían demencia durante 10 años.

En el estudio, un equipo dirigido por el Dr. James Mortimer, profesor de epidemiología y bioestadística de la Universidad del Sur de Florida, Tampa, halló que una pérdida de peso sin explicación al final de la vida estaba relacionada a menudo con la neuropatología del Alzheimer en el cerebro y no con ningún cambio en los hábitos alimenticios relacionados con el Alzheimer.

Mortimer explicó que "el proceso de la enfermedad de Alzheimer en sí mismo parece producir una pérdida de peso prematura antes de que el proceso conduzca a la demencia. Es por ello que constituye un marcador de demencia inminente".

En un tercer estudio, un equipo de la Clínica Mayo de Rochester, Minnesota, halló un mayor riesgo de deterioro cognitivo leve (DCL) o demencia entre las personas entre los 70 y los 89 años que se habían sometido a endarterectomía (una limpieza quirúrgica de la artería carótida, que conduce la sangre al cerebro) o un accidente cerebrovascular o "mini-accidente cerebrovascular" también conocido como ataque isquémico transitorio (AIT).

En el estudio, el equipo comparó los historiales médicos de 295 personas que tenían MCI y de 590 personas de control de sexo y edades similar. "Las personas de mayor edad que se han sometido a una endarterectomía carótida o que han tenido un accidente cerebrovascular (AIT) son dos veces más propensas a tener DCL", dijo en una declaración preparada el investigador principal Dr. Rosebud O. Roberts, epidemiólogo de la Mayo.

Más información

Para más información sobre el Alzheimer, visite la Alzheimer's Association.


Artículo por HealthDay, traducido por Dr. Tango

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